Reflexión sobre la existencia humana

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“El ser humano es una especie irónica, tala los árboles, elabora cuadernos, y en ellos escribe hay que salvar a los árboles”.

Mucho queda a la reflexión sobre cómo ha comenzado el año 2020, específicamente los incendios en Australia en donde millones de animales han perdido la vida y en donde evidentemente han perdido su hogar, de manera paralela el conflicto armado entre Estados Unidos e Irán. Sin embargo, los dos hechos mencionados dan una breve referencia sobre el sentido de la vida que tenemos como especie.

En la obviedad pertinente, el sentido de la vida, es una concepción individual, en donde se dilucida que existe una intervención sobre los dogmas establecidos en la sociedad en concordancia con el momento histórico que vivimos, no obstante, como algún orador mencionó cuando hacía retórica sobre el pasado “todo lo que está pasando, ya sucedió”. La esencia individual tiene una proporción dualista que reside en lo ontológico y en lo axiológico. La singularidad contiene en su particularidad a la conciencia, de otra manera en la especie se interpreta como el género, de tal modo, la existencia se extiende en cada persona, pero su aspiración tiene un límite en la peculiaridad general.

La existencia tiene como eje de reseña a la antropología y en un carácter más subjetivo a la poesía. En la individualidad es menester concedernos la conciencia de conocernos a nosotros mismos, tal y como se plasmó en el templo de Delfos “conócete a ti mismo”, la filosofía tiene diversas interpretaciones explicativas sobre el comportamiento humano, busca dirimir a la verdad con la realidad, puesto que sería un concepto espurio expresar que alguien tiene la verdad absoluta. La existencia tiene elevados problemas contradictorios, es el dualismo y la retórica; en un ejemplo muy palpable podemos ver al héroe de guerra que ha matado para conservar la paz de su nación.

“El hombre tiende a contar su vida más que a vivirla. Lo ve todo a través de lo que cuenta, y pretende vivir su vida como si fuese una historia. Pero hemos de elegir entre vivir nuestra vida o contarla” Jean Paul Sartre.

El ser humano tiende a tener como ejes rectores de la vida al tiempo y a un ser superior, tiene demasiado sentido, si no pudiéramos plasmar el tiempo, entonces todo, absolutamente todo sucedería en el mismo instante, no existiría ni la historia y no existiría de manera a priori un motivo por el cual hacer algo, ya que no existiría el mañana, tal vez no tenga mayor lógica lo expresado, pero entonces tampoco existirían las preocupaciones. No es en balde que la enfermedad que ha caracterizado a las últimas décadas ha sido la depresión, la cual reside en la angustia, en el temor y en el temblor, tal cual podría referir Soren Kierkegaard.

Respecto a lo teológico, se extiende un océano de posibilidades, resulta aspiracional creer en alguien más poderoso que los hombres, que representa el principio y el fin; considero que el tema no es Dios, en cualquiera de sus existencias e interpretaciones. Creo firmemente que el problema es la autarquía con la que los seres humanos hacen cosas en su nombre. Por ejemplo; las guerras más frívolas que se han suscitado, han sido en nombre de algún Dios. Los signos nos persiguen y en ocasiones dan una reseña de lo perdidos o coherentes que se han vueltos nuestros comportamientos dentro de esta camino llamado vida. Es evidente que se tiene que tener la creencia en alguien en el más allá, porque como especie no podríamos permitir que nuestra existencia acabara en esta vida.

Somos pasados, presentes y futuros, también somos mentes, cuerpos y almas, esencias y existencias, sueños y lágrimas. Pero también somos una masa dominada por los dogmas que desvirtúan a la libertad y al libre albedrío. Acaso buscamos justicia, o hedonismo. Tal vez y solo tal vez simplemente somos lo que se ha llevado el viento de la casa del Leviatán.

La vida es una bendición, pero debe de existir en la propia individualidad la reflexión más excelsa, de cuál es el sentido de la vida, porque estamos aquí, para que estamos aquí, como llegamos y como nos vamos a ir, o como nos queremos irnos. Abordar el tema de la existencia es verdaderamente subjetivo, al igual que encontrarle sentido a algo. Siempre es inefable tomar como referencia a Borges, tal cual expresaba en su poema remordimiento “He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer, no he sido feliz”.

In silentio mei verba.

Autor: Oliver Guerrero